El grupo Sidonie volvió a abarrotar El Veintiuno
SIDONIE, uno de los grandes emblemas del indie nacional. acaba de celebrar su 25º aniversario sobre las tablas. Han pasado ya más de veinte años desde su primera actuación en la capital oscense. Fue exactamente en agosto de 2002, en plenas fiestas de San Lorenzo, en el Jai Alai. Por aquel entonces cantaban en inglés y exhibían una frescura un tanto anárquica, que les llevaba a combinar la psicodelia con ciertos ecos orientalistas, un poco en la onda de grupos británicos como Kula Shaker y Ocean Colour Scene. Releyendo mi crónica de aquella actuación, he podido comprobar que ya entonces hacían gala de eclecticismo y de falta de complejos o prejuicios, ya que en aquella ocasión hicieron versiones de artistas tan distintos y distantes como T. Rex, Madonna y los garageros 13th Floor Elevators. Después volverían al Jai Atal (del que en su actuación de este jueves recordaron que les tiraron ¡un sofá al escenario!) en el año 2008, y más tarde El Veintiuno les llevó al Teatro Olimpia -que pusieron patas arriba- en 2017. hasta que finalmente actuaron en 2021 en El Veintiuno, donde regresaron esta semana para presentar casi al completo su más reciente disco, Marc, Axel y Jes.
La lisergia de sus principios ha ido quedando atrás, pero lo que mantienen incólume es su espíritu hedonista. Sus canciones siguen exhalando hedonismo a raudales, algo que les distancia claramente del resto de la escena indie, a la que se les suele adscribir. Y es que la suya es una música alegre, celebratoria, desinhibida. sin ese poso melancólico y con propensión al drama que suele asociarse con el indie. Sidonie es un grupo divertido. simpático, con sentido del humor, que sabe reírse de sí mismo. Y eso está bien. En esta ocasión, al trío original que forman Marc Ros (voz y guitarra). Axel Pi (batería) y Jes Senra {bajo y voz), se les unió otro guitarrista, Jordi Bastida, conocido por su alter ego Chico Jorge y por haber tocado también con Els Pets o Carlos Sadness, entre otros.
Salieron al escenario mientras sonaba, con tono robótico, una voz que recitaba sus nombres: Marc, Axel, Jes. El primer tema que interpretaron fue precisamente CEDÉ, el que abre su nuevo disco, una andanada de power pop en estado puro. Después seguirían con Pesado y estúpido (con riffs rockeros, pero a la manera pop de Tequila), la incitación al baile de Nuestro baile del viernes y el dance pop de Me llamo Abba (con su infeccioso estribillo) y de Fascinado, que posee uno de esos estribillos instantáneos que tan bien se le dan al trío barcelonés.
Por su parte, Es muy pop suena como una curiosa mezcla entre el London calling de The Clash y el power pop de los Raspberries. Al indie bailable de Que me bese todo el mundo le tomó el relevo el puro pop de El peor grupo del mundo y el funky disco de Portlligat inspirado en la residencia ampurdanesa de Dalí y en la atmósfera de las fiestas de la gauche divine que se mueve por esos parajes.
En un breve receso el cantante del grupo confesó que su verdadero nombre era Marc Herrero Ros, y aprovechó para manifestar que le gustaría acudir al Encuentro de herreros de Estada, aunque en ese momento no recordó el nombre de esta localidad altoaragonesa. Acto seguido, con la guitarra acústica entonó uno de los temas más bonitos del trio. la romántica balada folk-pop Por ti, que todo el público que abarrotaba El Veintiuno cantó al unísono.
Y tras más folk-pop de la mano del tema En mi garganta, Marc se quedó solo sobre el escenario para entonar con su guitarra la canción Giraluna. Al pop-rock ele Me gustas todo el rato le sucedió el dance pop de Mil colores. en el que citan el Todo es de color de Lole y Manuel y que empalmaron con el exótico toque de sitar de Jes Senra, que derivó en efluvios psicodélicos y que fue, sin duda, uno de los grandes momentos de la noche. Ya enfilando la recta final del concierto. Sidonie interpretó en primer lugar Verano del amor. terna en el que introducen un texto del gurú lisérgico Timothy Leary, aunque probablemente casi nadie de los allí presentes supiera de su existencia.
Después. Man: se subió a la barra de la sala ante el alborozo del público para interpretar Un día de mierda. con sus armonías beatleianas y su regusto a Fito Páez. Y con el pop bailable de Maravilloso hicieron su primer mutis.
Pero todavía quedaba la (generosa) propina. que consistió en el pop-rock «tequilero» de No salgo más, el rock vibrante de El incendio (en el que se toman la licencia poética de evocar el poemario Arde el mar de Pere Gimferrer), el funk pop de su hit más claro, ese himno generacional que es Carreteras infinitas, y, para terminar definitivamente, el infeccioso estribillo de Estáis aquí, que suscitó la euforia entre el personal, al que hicieron sentar en el suelo para después no dejar de saltar. Curiosamente, el tema fue introducido por un esbozo de versión del Wonderwall de Oasis, que el público coreó y cantó con un correcto inglés. Para que luego digan… A los componentes de Sidonie, que derrochan cercanía y buen rollo, se les notó contentos y agradecidos por volver a disfrutar de la atmósfera de un club pequeño y lleno de gente pasándolo bien. Que al fin y al cabo es de lo que se trata, ¿no?
Texto: Luis Lles
Fuente: Diario del AltoAragón