El grupo femenino shego presentó su primer álbum en la Sala El Veintiuno
En los tiempos líquidos que estamos viviendo, muchas palabras han acabado por perder su significado real. Los ejemplos son muy numerosos y no los vamos a citar aquí. Pero en el universo musical, un caso claro es el del punk. Se llama punk con mucha facilidad a casi cualquier cosa que tenga un ritmo un poco rápido, una sonoridad ruidosa y una actitud un tanto gamberra. Y no, no es eso. Es algo más. Nada más salir al escenario, Maite, la cantante y guitarrista del grupo shego, que el viernes actuó en la sala oscense El Veintiuno, soltó «¡este sitio es tan mono..». Y, en cierta forma, con esa frase se autodefinían un poco. Lo suyo sería algo así como una transgresión mona. O una provocación cuqui, Desde luego, algo muy alejado del espíritu del punk del 77, cuya rebeldía terminó siendo engullida también por el sistema, de acuerdo, pero de cuyo ánimo rompedor y transgresor nadie dudaba en aquel momento. En definitiva, el punk de las madrileñas shego (se escribe así, todo en minúsculas) es más una estética o una pose que una actitud real o una forma de vida, Afortunadamente para ellas, porque ya se sabe cómo acabó gran parte del movimiento.
En todo caso, se agradece la frescura de este grupo que componen Maite, Raquel, Charlotte y Aroa, y que forma parte de una auténtica oleada de grupos de chicas en España, entre las que destacan Hinds, Hickeys, Ginebras, Cariño, Melenas y tantas otras. Un panorama muy diferente al que había en este país en los años 80 (con las Chinas y las muy punkis Vulpess casi como únicos botones de muestra) o incluso en los 90 (con Nosoträsh y poco más). En su primera visita a Huesca, shego -que toman su nombre de una superheroina de dibujos animados- se dedicaron a repasar integramente todos los temas de su primer álbum, SUERTE, CHICA (se escribe así, todo en mayúsculas), acompañado de alguna canción no incluida en ese disco y varias versiones. Lo cierto es que el disco tiene un sonido más potente que el de su directo -hay que tener en cuenta que son muy jovenes y que solo llevan en activo poco más de dos años, pero es de esperar que con el preceptivo rodaje irán ganando en soltura y energia hasta poder plasmar el Indudable atractivo que tienen muchos de sus temas.
Con un ventilador aireando la melena de Maite al viento, en plan rock star, la actuación comenzó con Un secreto, tema no incluido en el álbum, que posee un cierto aire gótico y post-punk.
Siguieron después con el que fue su primer hit (de su EP de debut tantos chicos malos y tan poco tiempo), oh boi, un tema de ecos sixties y reminiscencias de los girl groups que producía Phil Spector. Fue a partir de allí que el público se entregó a un apasionado desenfreno que no terminaría hasta el final del concierto. Y así, se fueron sucediendo el toque velvetiano de sorry ojitos, el punk-pop de meperdOnas?, la nueva ola del casi porno fumas? o el funky suave de me lloro toda, que parece remitir por momentos al punk-funk de las sublimes ESG y que terminó en un delirio de poderosos subgraves.
Llegó después la primera versión, un Inesperado Con mis manos de Bebe. Siguieron con estoy cachonda, que parece una canción de Julieta Venegas (pero subida de tono), que comienza folkie y termina punki. Inauguró una fase del concierto dominado por las baladas y los tempos lentos, con la kiero a morir y qué voy a hacer. La tranquilidad fue rota más tarde con el punk-rock de Peggy Lee y con uno de sus temas más originales, siendo mala, una suerte de oscuro vals afterpunk, al que siguieron dos curiosas versiones: una sorprendente relectura del Pobre diabla del reguetonero Don Omar (lo que demuestra una vez más la falta de prejuicios de la Generación Z) y el célebre Merichane de Zahara, con su letra hábilmente reconducida a su terreno. En la recta final de su concierto, sonaron el punk-pop de LUCKY y uno de sus mejores temas, Vicente Amor, que Maite interpretó entre el enardecido público. Hay que decir, en todo caso, que el tema suena mejor en disco con esa aproximación al vibrante dub-punk-funk de ESG o The Slits. Se despidieron con un poderoso remix electro-house de steak tar tar, poniendo a todo el mundo a bailar, mientras a su fin sonaba el Dancing queen de Abba por los altavoces. shego tienen todavía un largo recorrido por delante, pero poseen buenos mimbres.
La fiesta terminó con una animada sesión del montisonense DJ Tupe, que, haciendo gala de eclecticismo y hedonismo, comenzó con Varry Brava y después fue orbitando de Izal a Icona Pop. de House of Pain a La La Love You, y asi hasta el infinito y más alla.
Texto: Luis Lles
Fuente: Diario del AltoAragón